Por la tardecita Fermín terminó
sus asuntos laborales y fue hasta la playa a hacerle una propuesta a
su familia:-Qué les parece si
alquilamos un velero y salimos a navegar?
-¡Si! ¡Me encanta andar en
velero! No me aguanto la felicidad!
-¡No, al mar no! No
gusta el mar -dijo el niño.
-Jacinto, vos ya sos un
nene grande, no podes tener miedo, el poder de la lucesita nos
protege.
Ana estaba felíz con la idea aunque
desconfíaba un poco de unas nubes que asomaban a lo lejos. Pero
después pensó que seguramente esas nubes se irían.
Y en un abrir y cerrar de ojos los Mc
Love se encontraban subidos a un pequeño velero timoneado por el
padre.
Ana estaba con Jacinto en el camarote
preparando sandwichitos para el almuerzo. Era el menú que siempre la
salvaba.
En la proa estaba Fermín timonenado el
velero y amarrando las velas. A su lado se encontraba Jacarandá
mirando con su largavista lo que pasaba a lo lejos.
-¿Te puedo ayudar papá?
Querés que sea tu asistente?
-No Jacarandá. El mar está
muy revuelto y hay mucho viento. Esto es cosa de grandes.
-Puedo mirar con mi
largavista y decirte como está el mar más adelante.
-No me distraigas Jacarandá.
Anda para adentro con mamá.
-Ni loca te dejo
solo.
Tomó sus binoculares y vio algo
que la hizo estremecer.
-¡Papá! ¡Más
adelante veo las olas moverse con mucha fuerza! Me parece que hay una
tormenta. ¡Tenemos que volver!
-No digas pavadas, ¿a mi
me vas a decir lo que tengo que hacer? Hace años que navego! Lo
tengo todo controlado. ¡No
me desconcentres y ve para adentro!
-Te dije que no te
voy a dejar solo.
Volvió a mirar por sus
binoculares y señalando hacia adelante exclamó:
-¡Más adelante está lloviendo! ¡Volvamos!
Y de repente el padre descubrió que su
hija tenía razón, estaban entrando en una fuerte tormenta y el mar
se estaba poniendo peligroso.
Fermín miró hacia la popa y notó que
había entrado un poco de agua, entonces sujetó los cabos con fuerza
para amarrar las velas y virar hacia el sur, que era donde estaba la
costa.
-¡Tenemos que bajar las
velas! exclamó el padre, sintiendo en su
nariz las primeras gotas de lluvia.
-Está lloviendo papi, ¿qué hacemos?
-¡Tengo que izar la vela mayor
que es la que propulsa el barco!
La tormenta se hacía cada vez más
intensa y la navegación se estaba complicando.
-Ve al camarote con tu madre,
y dile que llame a Prefectura para dar aviso de nuestra situación.
Yo mientras tanto intentaré regresar.
Jacarandá, tomándose de una
baranda del estribor para no caerse, mientras se dirigía al camarote
pensó: ”Alguna manera
debe haber para que pueda ayudar a mi papá”. Y
de repente se acodró de “La lusecita”.
Corrió juntó a su padre y le
dijo:-¡Yo sé como
ayudarte, tenemos que despertar la lucesita dentro tuyo!
-Dejate de pavadas Jacarandá,
sólo podremos salvarnos si logro virar el velero hacia el sur y
regresar a la costa.
-Pero la lucecita
es muy poderosa, te lo juro, a mí
me ayudó mucho. Solo tenés que desearlo. Dejame que te enseñe.
-No me distraigas más.
Yo no creo en esas cosas. No existe ninguna lusecita, eso es cosa de
niños. ¡Corre al camarote y dile a tu madre lo que te pedí!
Jacarandá corrió entristecida al
camarote.
El padre quedó en la proa,
luchando contra viento y marea, y pudo verse sólo frente a la
naturaleza y al destino. Miró el horizonte y notó el cielo
completamente negro. El barco se sacudía con más fuerza. Estaba
desesperado y ya no sabía que hacer. Miró el cielo y reconoció sus
limitaciones humanas mientras resonaban en su cabeza las palabras de
su hija. Pero era demasiado orgulloso como para pedir ayuda, y menos
a una niña. Fue entonces cuando una inmensa ola lo bañó por
completo. Fermín deshauciado gritó al cielo: “Ayuda,
que esa lusecita o quien sea, me ayude, me rindo, sólo no puedo
contra esta tormenta”. Y era tan grande
el deseo de salvar a su familia y el amor que sentía por ellos que
de repente: “Plin”.
La lucesita se encendió dentro suyo!! Inmediatamente sintó unas
cosquillas debajo de su ombligo que subieron a lo alto de su cabeza.
Y en un segundo comprendió todo. Pudo ver lo obnubilado que
estaba por el trabajo y las responsabilidades y como había
descuidado a su familia, se rió de lo ridículo de su comportamiento
y de no aceptar la ayuda de su hija y entendió el gran mensaje que
le estaba dando la naturaleza. Era momento de cambiar, de entregarse
y de conectarse con esta energía de la que le hablaba su hija.
Volvió a mirar el cielo y notó que estaba saliendo el sol y que se
había formado un hermoso arcoiris mientras las olas se iban calmando
poco a poco.
Jacarandá sintió un amor
inconmesurable en su corazón y corrió a la cubierta a ver a su
padre.
-Papi, ¿tu has encendido
tu lusecita?
-Me parece que se me ha
despertado sola hija. ¿Cómo te has dado cuenta?
-No
se...me lo imaginé. ¡Se está despejando!! Mami, ven afuera, está
saliendo el sol, ¡estamos fuera de peligro!Ana
salió del camarote maravillada por arcoiris gigante que los cubría.
-Es cierto! ¿Quieren que
comamos los sandwichitos?
-¡No hay mejor plan que comer con
mi familia esos ricos sandwichitos!Y
así pasaron la tarde los MC love, disfrutando de la navegación y
esa luz que se había despertado dentro suyo, y que ahora los
conectaba con el universo para siempre.
FIN!